17 may 2011

Agresiónes a Docentes

Se estima que en nuestra República los catedráticos están siendo agredidos de manera salvaje por sus propios educandos en los centros de enseñanza en los distintos niveles (ya sea primaria, bachillerato y universidad) 80 profesores por mes dentro del territorio nacional. Estos casos se conocen porque los reseñan las autoridades respectivas. Y los hechos que no se conocen, ¿cuántos serán?


Esta práctica ya es un modus operandi de intimidación de los escolares con sus maestros. Claro, esto no solamente es México, ya es común en otras naciones. La diferencia es que en esos países, cuando se presenta este tipo de hechos delictivos contra integrantes del magisterio, se prenden las alarmas para tomar acciones correctivas rápidamente. El Estado siente la necesidad de proteger a sus educadores. En cambio, en nuestro país, el magisterio para ellos parece que fuera el patio trasero de la República.
La culpa, en parte, de ese tratamiento del Gobierno hacia los profesores, es, en primer lugar, la falta de solidaridad de la sociedad con sus maestros. Luego, esas divisiones de los gremios, donde prevalecen intereses partidistas e individuales y no los del colectivo magisterial.

Otras desventajas que tiene un pedagogo violentado por sus propios colegiales se deben a que se inculcan mucho los deberes pero no los derechos. Conjuntamente de la mano de muchos padres y representantes alcahuetes a quienes no se les puede reprender sus hijos, porque, según papás, las instituciones educativas deben ser centros escolares, para aguantar cuanta patanada se le ocurra realizar a su grosero y malcriado heredero.
Al parecer, hoy día ejercer la profesión de educador es convivir con el enemigo. Pudiéramos estar hablando de una minoría; pero una minoría peligrosísima de educandos.



La prensa regularmente esta informando de las agresiones mutuas entre estudiantes y profesores. Se hace un extenso manejo de aquellas en que los autores son adultos profesores, quienes son “debidamente” castigados. Pierden su profesión al haber estado en un proceso judicial y ser condenados. El castigo es correcto.
Un ejemplo: en un liceo local, un estudiante es acusado a la autoridad del establecimiento que están creando “huiros” en la sala de clase. La dirección responde rápidamente y sin cuidar la privacidad del informante, decide expulsar inmediatamente al y los autores. El alumno informante es agredido en el baño. En otra ocasión y en otro lugar, algunos alumnos consumen cerveza y fuman en el interior del colegio, son expulsados del establecimiento. Un estudiante arremete físicamente a un profesor dándole un golpe en la nariz, el docente permanece con licencia médica por varios días. El alumno es perdonado de la expulsión y se le suspende. Las tres situaciones involucran un delito o falta que debe ser denunciado ante la ley y esta determinar las medidas a tomar en relación con los menores. El juez tiene más herramientas que el docente.

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